Nuestra Fundadora
María del Tránsito Eugenia de los Dolores Cabanillas, nació el 15 de agosto de 1821 en la Estancia Santa Leocadia, actual Villa Carlos Paz (Córdoba, Argentina). Fue el tercer hijo de una familia numerosa y profundamente cristiana, de ilustre ascendencia y buena posición social. Tuvo por padres a Don Felipe Cabanillas Toranzo y Doña Antonia Francisca Sánchez Lujan.
Creció en las sierras cordobesas de Punilla y en las llanuras del Río Segundo. Vivió la mayor parte de su vida en Córdoba, ciudad plena de espiritualidad, irradiante centro cultural, foco de profunda religiosidad. Pero también conoció los crueles enfrentamientos entre unitarios y federales, las violentas luchas políticas posteriores a 1852, los embates furiosos del laicismo liberal. Entre luces y sombras de aquella sociedad, fue templando su delicada y robusta personalidad.
EL HOGAR DE LOS CABANILLAS era un oasis de paz. Su padre dirigía las faenas del campo. Tránsito ayudaba a su madre en los quehaceres domésticos. En aquella familia patriarcal reinaban la oración y la caridad, la simpatía y la comprensión entre padres e hijos y hermanos, el buen trato hacia los criados y peones de la estancia. El padre murió en 1850 y la madre en 1858; Tránsito se ocupó de la educación de sus hermanos menores.
SUS DOTES HUMANAS . Tránsito era de regular estatura y de vestir sencillo. Sus ojos pardos se derramaban en una mirada suave. La frente amplia y la nariz recta se destacaban en un rostro sereno de cutis blanco. Los cabellos rubios, sedosos y algo ondulados, caían sobre la espalda en dos simpáticas trenzas. Era inteligente y despierta, tenaz y decidida, recta y sincera. Amante de la belleza, cultivaba el jardín y la huerta, cuidaba las plantas y las flores. Le agradaba el trabajo doméstico y las labores manuales, el orden y el aseo. Su exquisita sensibilidad femenina se transparentaba en la bondad de corazón y el trato cortés, en los modales finos y el don de gentes, en la afabilidad e inalterable dulzura.
MUJER CREATIVA Y PIADOSA Integró las Conferencias Vicentinas para ejercitar el amor al prójimo. Con espíritu de servicio visitaba las casas de los pobres y les llevaba auxilio material y espiritual. Fue consuelo y ayuda de los enfermos y desamparados. Su caridad llegó al heroísmo durante el terrible cólera morbo de Córdoba, en 1867, que ocasionó más de 4000 víctimas. Perteneció a diversas instituciones religiosas sobresalientes en la oración y la piedad.
UN NUEVO INSTITUTO RELIGIOSO En 1858 se hizo Terciaria Franciscana. En 1873 ingresó en el Carmelo de Buenos Aires y, en 1874 entró en el monasterio de la Visitación de Montevideo; pero su quebrantada salud frustró ambos intentos de profesar la vida religiosa. El Señor la llamaba por otro camino. El 8 de Diciembre de 1878 a los 57 años de edad, fundó el Instituto de Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas. Con él buscaba glorificar a Dios y hacer el bien a todos, difundir el espíritu franciscano de paz en una sociedad convulsiona, practicar las obras de caridad y misericordia, educar cristianamente a los niños y adolescentes para contrarrestar los efectos del laicismo.
SUS TRES AMORES Amó apasionadamente a Cristo desde su niñez. Asimiló el espíritu del Evangelio, especialmente en el camino del anonadamiento y de la cruz. Fue obediente como Jesús hasta el Calvario. Veneró tiernamente a la Virgen María, su Madre amantísima. Le consagró su pureza de vida con el voto de castidad. La honró en fervoroso culto según el espíritu de la Iglesia. Se confió totalmente a su protección durante toda la vida. La declaró Patrona de su Instituto. La sintió muy cerca de sí en la hora de la muerte. San Francisco de Asís fue su estímulo de vida en el amor a Cristo, en la penitencia y el sacrificio por los pecadores, en la oración confiada, en la pobreza heroica que consideró cimiento de su instituto.
EXIMIA EDUCADORA Amaba a los niños, a quienes catequizó desde jovencita. Sus procedimientos pedagógicos estaban impregnados de tacto exquisito y paciencia, de dulzura y bondad. Era serena y equilibrada, afable y condescendiente, sencilla y generosa. Quería que sus alumnas fueran mujeres de hogar responsables y piadosas, hábiles en los quehaceres domésticos y de atrayente delicadeza femenina.
ABEJA LABORIOSA “Esta vida está hecha para trabajar y la eterna para gozar”, decía a sus religiosas, Y les daba ejemplos con el trabajo constante y generoso, entusiasta y alegre, sacrificado y diverso. Su actividad brilló en la fundación del instituto religioso, en la construcción de la Casa Madre, en la recaudación penosa de la limosna, en el adorno de la primera capilla a la Virgen Inmaculada.
SUPERIORA PRUDENTE Como fundadora y primera superiora del instituto religioso, la Madre María del Tránsito Cabanillas de Jesús Sacramentado se reveló mujer prudente dotada de gran discernimiento. Sus cartas reflejan un gran corazón enamorado de Dios. Cuidó la formación se sus religiosas, muchas de las cuales alcanzaron fisonomía de santas y fueron columnas de la Congregación. Cimentó sus esperanzas con ejemplos heroicos.
SU ESTILO DE SANTIDAD No fue grandiosa su santidad, ni célebre por la vastedad de sus empresas, sino oculta, interior y silenciosa. Se sometió confiadamente a la voluntad del Señor y escuchó generosamente su llamado a una vocación especial. Vivió una especial presencia de Dios sumergida en la adoración y alabanza manifestada en la oración piadosa. Cultivó la pobreza hasta el extremo y la frugalidad de costumbres. Aceptó obediencias difíciles, y su impresionante humanidad la llevó al olvido de si misma, a la humillación y al anonadamiento. Soportó con inalterable paciencia las persecuciones y sin sabores. Perdonó a quienes la ofendieron y le causaron daño. Afrontó con resignación cristiana los sufrimientos del cuerpo y del alma. Trasuntó el amor de Dios en la caridad hacia el prójimo. “Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, dijo Jesús; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,33).
MADRE MARÍA DEL TRÁNSITO SE PERPETÚA Bajo su protección inflamado de espíritu, el instituto religioso se difundió por toda Argentina y se propagó por los países vecinos. Al medio año de su fundación, ya contaba con 50 religiosas. Las Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas dirigen establecimientos pre-primarios, colegios primarios y secundarios, institutos terciarios. Practican la caridad en los hospitales, hogares de ancianos, residencias de descanso, casas de ejercicios espirituales, residencia misionera y otras obras asistenciales.